viernes, 13 de diciembre de 2013

El placer de viajar por motivos laborales

Dicen que hasta que cumples dieciocho años, los días parecen años, mientras que a partir de cumplir los mismos dieciocho años, los años parecen días. Hoy me he estado acordando de cuando yo viajaba por motivos de trabajo, y así a lo tonto ha pasado ya más de una década.

Era yo entonces empleado de una Entidad Aseguradora y raro el mes que no viajaba al menos un par de veces, a distintos lugares de la geografía española con todos los gastos pagados. Viajes que yo por motivos de agenda, procuraba coincidieran siempre con viernes o lunes, para aprovechar así el fin de semana y hacer algo de turismo. Cierto que no todos los gastos me los pagaba la empresa, como por ejemplo la comida y los días adicionales corrían de mi cuenta, pero lo más caro que son los gastos de desplazamiento propiamente dichos, esos si que me los pagaba. Luego yo hacía un arreglo con el hotel por esos días adicionales, y en paz.

Hoy cuando viajo, lo pago yo todo, y echo de menos esos días en los que no quería viajar, que aún cuando fueron pocos también los hubo, y pienso en cambiar de profesión y dedicarme a algo que implique viajar frecuentemente y como en una película que recientemente he visto, ir acumulando millas en una de esas tarjetillas de fidelización que te dan algunas compañías aéreas.

Mi trabajo ideal sería el de asesoramiento de empresas nacionales y ya puestos, también para empresas internacionales o incluso multinacionales de distintos sectores de actividad económica. Algo que implique viajar con frecuencia, tal como hoy hace el asesor de empresas Francisco Javier Carro González, a quien conocí en una feria de muestras en Munich, y que hace precisamente eso, viajar contínuamente.

Me parece, que le voy a enviar mi curriculum, a ver si hay suerte.

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