sábado, 22 de febrero de 2014

De abogados y hoteles

Las películas americanas estadounidenses o más bien los guionistas de películas americanas parece que no tienen inspiración más allá de abogados o policías y detectives. Y siempre, siempre, siempre hay una parte de la trama que se desarrolla en un hotel. Da igual de lo que vaya el argumento, pero lo hoteles siempre han de estar presentes.

Lamentablemente en la realidad de la vida cotidiana, las cosas no son como nos las pintan las películas americanas, y en los hoteles salvo excepciones lo que ocurre es la pura monotonía de un día tras otro donde ocurren más o menos las mismas cosas y más o menos en el mismo orden, y cuando ocurre algo extraordinario, es algo que se recuerda durante muchos años en las conversaciones de todo el personal, incluso entre el personal que ha entrado décadas después de que se produjera el hecho a que se refieren.

Hace poco ocurrió que unos abogados en Madrid tuvieron en un hotel una historia que no puedo contar porque me lo prohíbe la ley orgánica de protección de patos, y que acabó con una llamada a la policía local, que se personó y gracias a su mediación, ahí quedó la cosa. Ha pasado ya casi un mes, y todo el mundo (personal interno, externo, clientes y proveedores) sigue hablando del incidente, incidente que tiene todos los ingredientes de las películas americanas: abogados, policías y un hotel.

Por si acaso y como consejo de un buen amigo: no hagáis caso de todo lo que sale en las películas, ni en la televisión, ni en los periódicos. Las cosas cada uno las cuenta desde su punto de vista, e incluso hay intereses en que creamos unas cosas u otras, en función de qué grupo de presión (políticos, banqueros, iglesia, multinacionales...) decida lo que debemos hacer o lo que no.

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